Vivimos en un mundo de descontento e insatisfacción. En gran parte esto se debe a la no satisfacción de las necesidades y a las situaciones que nos resultan incomodas. Los creyentes no somos inmunes al descontento, lo encontramos en la Iglesia y en nosotros mismos.
Esa extraña virtud llamada contentamiento.
Esa extraña virtud llamada contentamiento.
Esa extraña virtud llamada contentamiento.
Vivimos en un mundo de descontento e insatisfacción. En gran parte esto se debe a la no satisfacción de las necesidades y a las situaciones que nos resultan incomodas. Los creyentes no somos inmunes al descontento, lo encontramos en la Iglesia y en nosotros mismos.